Ternera Asturiana, más allá de una marca de reconocido prestigio, ha logrado convertirse en una verdadera estrategia de desarrollo rural, ligando su producción a todas las zonas rurales de Asturias
E.C. – 16/05/2025
Cuando hablamos de Ternera Asturiana, hablamos de mucho más que de una carne de calidad reconocida. Hablamos de una marca que se ha convertido en una verdadera estrategia de desarrollo rural. Un proyecto colectivo que une a más de 10.000 personas, entre ganadería e industria, comprometidas con una producción sostenible, controlada y ligada estrechamente a su origen: Asturias.
Esta marca de calidad, reconocida por Europa como Indicación Geográfica Protegida (IGP), no solo representa un aval al consumidor. Es también el reflejo de un modelo productivo que ha sabido unir la excelencia del producto con el respeto por el medio natural, el bienestar animal y la pervivencia del medio rural. En la semana en que celebramos a San Isidro, patrón de los agricultores y ganaderos, es oportuno poner en valor el papel que desempeñan estas personas y el impacto que su trabajo tiene en el mantenimiento del paisaje asturiano, su economía y su cultura.
Como recoge el propio Programa de Desarrollo Rural Sostenible del Gobierno del Principado de Asturias, el sostenimiento de la ganadería es una condición indispensable para la conservación del medio rural. “Sin actividad ganadera, el espacio rural tal y como hoy lo entendemos y percibimos se extinguiría”. En este contexto, la agroganadería —y muy especialmente la ganadería ligada a razas autóctonas como la Asturiana de los Valles y la Asturiana de la Montaña— se define como un sector estratégico, tanto por su capacidad para generar empleo como por su papel fundamental en la conservación del entorno.
El pastoreo, que es la base del modelo de producción de Ternera Asturiana, cumple un doble objetivo: alimenta a más de 85.000 vacas registradas bajo el sello y, al mismo tiempo, permite mantener y moldear el paisaje asturiano. Las más de 6.100 explotaciones familiares que forman parte de esta marca cuidan del territorio, que guardan como legado, con un conocimiento ancestral transmitido de generación en generación. Su forma de producir, basada en la ganadería extensiva, en el respeto a los ciclos naturales y en el aprovechamiento de los recursos del entorno, hace posible que los pueblos mantengan su vida, su patrimonio, sus costumbres y su futuro.
Pero la dimensión de Ternera Asturiana va más allá del campo. En su entorno se han asentado industrias transformadoras y distribuidoras que han logrado llevar este producto a todos los rincones de España y, cada vez más, a los mercados internacionales. Esto no solo genera riqueza local, sino que posiciona a Asturias como referente en producción cárnica de alta calidad.
Elena Cebada, Directora Gerente de Ternera Asturiana, lo resume con claridad: “Nuestra producción sigue prácticas de manejo tradicional, respetuosas con el medioambiente y con el bienestar animal. El pastoreo es una parte esencial de este proceso. El manejo en extensivo, junto con las características botánicas de nuestros pastos, confiere al producto unas cualidades únicas que lo diferencian”.
Además de su origen y método de producción, lo que da confianza al consumidor es el control que se realiza en todas sus fases. El Consejo Regulador de la IGP está acreditado por la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC), lo que garantiza una certificación independiente y rigurosa. Se llevan a cabo controles periódicos en ganaderías, mataderos e industrias, desde el nacimiento del animal hasta que la carne llega al consumidor.
“Esta acreditación —afirma Cebada— es un respaldo a nuestro trabajo, pero sobre todo es un reconocimiento al esfuerzo de los ganaderos e industriales que, día tras día, apuestan por la excelencia”.
En un mundo cada vez más preocupado por la sostenibilidad y la procedencia de los alimentos, elegir Ternera Asturiana se convierte también en un acto de responsabilidad. Cebada insiste en este mensaje: “Consumir Ternera Asturiana no es solo disfrutar de una carne de sabor excepcional, es apostar por el territorio, por nuestras ganaderías familiares, por la conservación del paisaje y por un futuro para la Asturias rural”.
No se trata solo de preservar lo que ya existe, sino de garantizar que haya un mañana para estas zonas, muchas de ellas amenazadas por la despoblación. Cada compra se convierte en un gesto que contribuye a mantener el equilibrio entre naturaleza, economía y sociedad.
En definitiva, la Ternera Asturiana es un ejemplo de cómo un producto puede ser mucho más que su sabor: puede ser una herramienta de desarrollo rural, de fijación de población, de conservación medioambiental y de proyección internacional. Un modelo que hoy se presenta como un referente de lo que puede y debe ser el campo del siglo XXI: respetuoso, eficiente y profundamente arraigado al territorio.
“El camino de la sostenibilidad es el futuro —concluye la Directora de la marca— y nuestra producción lo abandera concejo a concejo. Pero necesitamos que el consumidor apoye nuestro compromiso. Porque, con cada elección, también se decide qué tipo de mundo queremos construir”.